jueves, 21 de junio de 2018

Crónica de un descubrimiento

En un mundo dominado por internet y las redes sociales, ya no queda lugar para el misterio. Y sin embargo, hay muchos aspectos sorprendentes en la reaparición de la novela Crimen, venganza y expiación de José María Martínez Iñiguez. La primera noticia pública de esta novela se remonta al Libro de la Semana Santa de Jumilla de 1999, donde Antonio Verdú, cronista oficial de la villa, escribió un breve artículo sobre el Prendimiento. En este artículo se recogía una nota del abogado José Guardiola de principios del siglo XX donde afirmaba que Martínez Iñiguez fue el autor del personaje de Lucifer en el Prendimiento. Antonio Verdú mencionaba a continuación dos obras de Iñiguez: la pieza de teatro en verso La Redención (publicada en Hellín en 1877) y la novela. Ahora bien, los detalles de la novela no eran totalmente precisos porque el puzle de su existencia no estaba todavía resuelto: el lugar y el año de publicación, e incluso el autor eran inciertos, porque el editor de la novela era Joaquín Martínez Tomás y, cuando en textos antiguos aparecía “J. Martínez”, esto podía significar J.M. Martínez Iñiguez o J. Martínez Tomás. Salvando esta circunstancia, no cabe duda que Antonio Verdú dio la primera noticia pública de la novela y es el verdadero descubridor, como dije claramente en la entrevista publicada por el periódico Siete Días.
La primera sorpresa sobre Crimen, venganza y expiación es que la gran figura de la historia de Jumilla, el médico y poeta Lorenzo Guardiola (hijo de José Guardiola), guardase un absoluto silencio sobre Martínez Iñiguez. Don Lorenzo Guardiola (1908-1979) fue un gran poeta y, además, con esfuerzo milimétrico y mucha dedicación, compiló un inmenso trabajo de memoria en su Historia de Jumilla. La primera edición fue publicada en 1976 con el impulso de mi padre, Martín Ortega Fernández, que animó a Don Lorenzo a dar a la imprenta sus escritos, y la segunda edición póstuma de 2005 fue realizada por su familia con la colaboración de Antonio Verdú. En aquella impresionante recopilación se contienen numerosos nombres y datos, y se relatan muchos episodios interesantes de la historia de Jumilla que están todavía por investigar. Pero, entre tantos nombres y acontecimientos, Martínez Iñiguez y su extensa novela están ausentes. Asimismo, en otros trabajos de Don Lorenzo, como Jumilla en sus tradiciones (1971), se cita el Prendimiento, pero tampoco se menciona a nuestro autor. Es por tanto asombroso que el mejor conocedor de la historia local hasta la primera mitad del siglo XX pasara por alto la novela que retrata Jumilla en el siglo XIX. Don Lorenzo no conocía la nota manuscrita que se encontraba entre los papeles de su padre, y que Antonio Verdú después publicó, contando con el asesoramiento de su hija Carmen Guardiola. En mi edición de la novela, se apunta que la fábula de Martínez Iñiguez, aparecida en Madrid en 1863, fue arrinconada y olvidada en Jumilla porque era iconoclasta y contraria a la moral de la época, y esta debe ser la explicación por la que Don Lorenzo y otras personalidades la ignorasen solo unas décadas después de aparecer.
El segundo aspecto sorprendente de la recuperación de Crimen, venganza y expiación es el tiempo pasado entre la noticia sobre Martínez Iñiguez que dio Verdú en el Libro de Semana Santa de 1999 y la publicación actual de la novela, que ahora presento. La pista que dio Antonio Verdú hace casi veinte años no fue seguida posteriormente por otros investigadores. Es extraordinario que en aquella ocasión se dijera “un libro ambientado en Jumilla con más de 600 páginas” y después nadie se interesase por sacar a la luz esa obra, o que no se comprobase la veracidad de sus características. Es cierto que existen trabajos muy meritorios de investigadores jumillanos sobre el Prendimiento, pero estos no dieron lugar a nuevos hallazgos sobre la novela o su autor. Entre los estudios dedicadas a Jumilla, recomiendo vivamente la biografía de Don Lorenzo Guardiola escrita por José Antonio Martínez Torres titulada Lorenzo Guardiola Tomás y su obra publicada (Ayuntamiento de Jumilla, 1987), en la que puede seguirse toda su vida de producción poética. El mismo José Antonio Martínez Torres escribió un interesante trabajo sobre el Prendimiento (El Prendimiento: antigüedad, origen y fuentes, Jumilla 2005), donde explica la existencia de dos autores originales de la obra estrenada en Valencia en 1853, Antonio Altadill Teixidó y Enric Pérez Escrich, y el añadido de Lucifer por parte de Martínez Iñiguez, pero tampoco se extiende sobre la novela de este último.
Finalmente, Vicente Cutillas Sánchez hizo un sorprendente estudio filológico del texto del Prendimiento en su artículo ‘El Prendimiento: continúa la tradición’ publicado en Murgetana, número 129 (2013). Este estudio es asombroso porque, sobre su triple autoría, se limita a reproducir lo que habían escrito Antonio Verdú (1999) y José Antonio Martínez Torres (2005) sin aportar nada nuevo sobre Iñiguez o su novela. Evidentemente, el propósito de Vicente Cutillas era hacer un estudio textual del conjunto del drama sacro más que una investigación sobre la vida o la obra de Martínez Iñiguez. Por este motivo, reproduce entre comillas lo que dicen los autores anteriores (páginas 65, 67 y 69 del artículo), sin investigar la veracidad, ni hacer ninguna averiguación ulterior. En la Semana Santa de 2018 encontré a Vicente, compañero en el Instituto de bachiller y buen amigo, en la plaza de la Constitución, y le pregunté si había visto alguna vez la novela o si sabía algo más de Iñiguez además de lo que había reproducido en su artículo y me dijo que no.
Sorpresa tras sorpresa, la novela apareció digitalizada por Google a partir de un ejemplar conservado en la Biblioteca de Cataluña. La digitalización de bibliotecas antiguas por Google ha supuesto un gran avance para la popularización de obras raras, difíciles de encontrar y menos conocidas. Y esto son buenas noticias. Igualmente, el Instituto Cervantes ha realizado una gran labor en este sentido, y su sección en internet, Cervantes Virtual, permite el acceso a muchas obras antiguas e innumerables estudios filológicos. Google Books, en efecto, ha sacado a la luz Crimen, venganza y expiación, con el logo o exlibris de Biblioteca de Catalunya, pero esta digitalización tiene limitaciones importantes: no se puede imprimir, no se puede copiar en PDF, solo puede consultarse en pantalla, algunas páginas son de difícil lectura, y el índice propuesto da resultados llamativos, como “Mamau rotórica de nos azas malditas”.

Debo puntualizar que la primera noticia que tuve de la novela fue gracias a Valentín Guardiola Muñoz, quien en la Navidad de 2017-18 me preguntó si podía buscar información en Madrid acerca de Martínez Iñiguez. Quiero dejar constancia en este blog de mi agradecimiento a Valentín por haberme puesto sobre la pista del autor del Lucifer. Valentín Guardiola estaba interesado en confirmar si Iñiguez era oriundo de Jumilla, y si existían algunos datos de su actividad en Madrid como político, funcionario o escritor, de acuerdo con las noticias que de él circulaban. La búsqueda solicitada por Valentín Guardiola fue particularmente infructuosa porque no encontré datos en los archivos administrativos que consulté, y así se lo hice saber. Sin embargo, las obras de Iñiguez empezaron a interesarme, en concreto la novela, y fue cuando comenzó a crecer la sorpresa acerca del olvido general de este texto, y así lo comenté con Valentín, con Antonio Verdú y con otros amigos. Mi primera lectura de la novela fue precisamente en internet durante el mes de marzo de 2018. Aunque podía leerse el texto en pantalla, mi preocupación fue desde entonces encontrar un original completo de la novela, con todas las páginas legibles, porque evidentemente no se trabaja igual sobre el libro original que sobre las versiones electrónicas. Al final, hallé un libro completo en Granada en la Semana Santa de 2018, lo adquirí, y en unos meses preparé esta edición. En este tiempo, fue muy útil trabajar con Antonio Verdú, que desde 1999 había querido hacer una edición en papel, y él mismo realizó la transcripción del texto para su posterior edición. En este modesto blog, quiero rendir homenaje a Antonio Verdú, quien ha realizado una labor extraordinaria de recopilación de documentos sobre Jumilla, que debe ser reconocida públicamente.

La investigación sobre Martínez Iñiguez en los últimos meses ha sido apasionante. La novela demuestra un gran talento narrativo, una indudable capacidad teatral y la historia que refleja es sobrecogedora. La pluma de Iñiguez era indomable, por lo que la novela se desborda en extensión y en contenido, lo que supone un reto para cualquier editor. Descubrí algunos artículos de prensa suyos fechados en Madrid en 1864 y 1872, y adquirí la convicción de que era un carácter difícil, librepensador y revolucionario en la España de su tiempo. Probablemente apoyó la Primera República de 1873, aunque no encontré datos fehacientes que pudiesen corroborarlo. Por el momento no sabemos mucho de su biografía. Pero al mismo tiempo, Iñiguez era una personalidad religiosa, como demuestra la novela, y también un largo poema titulado Paráfrasis de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, publicado en Yecla en la imprenta de Juan Azorín en 1866. La recuperación de esta elegía fue también sorprendente. Solo existía constancia del título en algunos catálogos, pero nadie había visto el texto. A pesar de la gran ayuda y la amabilidad del personal de la Biblioteca Municipal de Yecla, el poema no podía encontrarse allí. En la Biblioteca Regional de Murcia, el título de la Paráfrasis estaba en la lista de su catálogo, pero el texto tampoco se hallaba en sus fondos. Fue la labor personal y pormenorizada de Amparo Iborra Botía, coordinadora de la Hemeroteca de la BRM, y de Jesús Pérez Laserna, la que permitió localizar el poema encuadernado en un mismo volumen junto a la magna obra de Pascual Giménez Rubio Memoria de apuntes para la Historia de Yecla, que había sido impresa en la misma imprenta de Juan Azorín en 1865. Los bibliotecarios citados de la BRM realizaron la digitalización en abril de 2018, y el poema puede disfrutarse públicamente desde entonces. En mi edición de la novela se contiene una versión de la Paráfrasis tras la novela, para completar el pensamiento de Iñiguez. También sugiero que haríamos bien en recuperar esta obra en las celebraciones de Semana Santa de Jumilla.

Como se aclara en la introducción, mi edición de la novela no es un trabajo de filólogos destinado a filólogos. Soy un gran admirador de la tarea de estos especialistas, como lector asiduo de los clásicos, y por tanto confío que la presente publicación de la novela anime a realizar nuevas versiones de la misma. La edición que presento es una edición adaptada, que está destinada a divulgar la novela para que pueda disfrutarla un público amplio. La versión en papel de la novela permite revisar el texto, mejorar la presentación y actualizar la ortografía, todo ello para una lectura más fácil. Los mínimos cambios formales y de contenido han intentado ser fieles al relato original, y se han realizado con el único fin de hacer la lectura accesible para todo el mundo. Este trabajo de actualización puede compararse a las versiones adaptadas para jóvenes que existen de algunas obras extensas, desde La Ilíada a El Quijote, pasando por El conde de Montecristo (una obra en la que Iñiguez se inspiró, y que muchas veces se lee en versión reducida, ya que el original de esta última novela cuenta con más de mil páginas y un desenlace lleno de idas y vueltas alambicadas). Tales ediciones permiten a muchos lectores acercarse a los clásicos. Los más puristas dirán que es preferible el texto original, o que la edición no es suficientemente escrupulosa. Para responder a esto, son suficientes dos comentarios: si alguien prefiere la novela original, puede leerla en versión electrónica; si alguien piensa que puede hacer una edición mejor, bienvenida sea. Cuantas más ediciones, mejor; estaremos deseando leerlas.  

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