martes, 22 de enero de 2019

Inauguración del Teatro Vico

El Teatro Vico ha sido el corazón cultural de Jumilla desde su inauguración en 1883. La prensa de la época contiene noticias muy interesantes sobre aquel momento. Pero lo más impresionante es la serie de avances que se produjeron en aquellos años, muchas novedades que transformaron la ciudad, y la hicieron una población moderna. La fuente de riqueza para aquella transformación fue la agricultura, sobre todo la producción de vinos y alcoholes, y los montes públicos, que producían ingresos para el Ayuntamiento por la venta de espartos. La sociedad civil local y los políticos del momento empujaron para una transformación de la ciudad según los criterios de la época.

Veamos esta notable sucesión de acontecimientos. En 1877 las bodegas de Jumilla participan en la primera Exposición Nacional Vinícola, y se animan a exportar, como vimos en este blog. En abril de 1882 comienza a funcionar la estación telegráfica. El 13 de mayo de ese año se anuncia la participación de cinco maestros públicos de Jumilla en el Congreso Pedagógico de Madrid, y en las listas de enseñantes aparecen también las primeras mujeres maestras. En septiembre de 1882 se convoca la subasta para la ejecución del teatro. En abril de 1883 se anuncia la apertura de la primera biblioteca popular “que en breve tendrán a su disposición todos los vecinos para poder estudiar y consultar las obras más notables sobre agricultura”. En primavera de 1887 la prensa informa que “las obras del Asilo adelantan que es un gusto”, y que los trabajos para allanar la “explanada de la feria” están muy avanzados. El 15 de mayo de 1891 se estableció la Cámara Agrícola, y en 1893 se creó el Círculo Obrero. La Cámara dio lugar a una Caja de Ahorros, que anunciaba en su primer año haber recibido imposiciones por valor de 4.148 pesetas y haber concedido préstamos por 3.895 pesetas. Como las cantidades impuestas devengaban un 4% y los préstamos se daban al 6%, esto dejaba un margen del 2%. Las cuentas claras, no como son ahora las complejas finanzas internacionales. La Cámara también promovió un Montepío de Trabajadores con un sistema de pensiones para la jubilación a los 60 años, y una Cooperativa de construcción de viviendas que estuvo en el origen del barrio de San Juan.

Entre esta avalancha de adelantos, lo más sorprendente fue la construcción del Teatro Vico. El 10 de septiembre de 1882 el Ayuntamiento anunciaba la pública subasta de la obra por la cantidad de 68.035 pesetas, y el 15 de agosto de 1883, en la feria de aquel año, se inauguraba el teatro con una compañía de zarzuela venida de Alicante, dirigida por el maestro Miguel Soler, con la representación de La tempestad, obra de Chapí y Carrión, con la actuación de la señorita Nadal como soprano y el tenor señor Lacarra, que después harían gira por Murcia, Madrid y Bilbao.


¿Cómo es posible que el Teatro se construyera en solo unos meses? Con los medios que tenían entonces, la única explicación es que todo el pueblo se movilizara y no se escatimaran recursos para esta obra colectiva que se hizo en un tiempo récord. El arquitecto fue Justo Millán, que había hecho el Teatro Romea de Murcia, las pinturas las ejecutó Manuel Sanmiguel, y el contratista constructor fue Bernardo Moreno. El resultado fue una obra remarcable que despertaba admiración desde el exterior y en su interior. Concretamente, la fachada es un acierto de gracia y equilibrio. Afirman que hay una similitud entre los planos del Romea y el Vico, a pesar de la diferencia en su dimensión. Sin embargo, la fachada del Romea es plana e insulsa, mientras que la del Teatro Vico es mucho más elegante y transmite una fuerte personalidad al entorno.

La obra del Teatro durante el invierno de 1882 y la primavera de 1883 debió de ser un constante ir y venir de obreros, transportistas y artesanos. La logística tuvo que ser impresionante, con todo el pueblo movilizado para alimentar y atender a tantos operarios. El coste total se disparó, como es lógico. De las 68.000 pesetas presupuestadas se pagaron al final más de 91.000 al constructor, más de 13.000 a los pintores y decoradores, y 3.400 al arquitecto. El Ayuntamiento financió todo con presteza a partir de los dineros que recaudaba de los montes públicos, y atendiendo la voluntad general de contar con un teatro de tanta categoría. 

Desde entonces, el Teatro Vico fue el centro cultural de Jumilla, como demuestran las numerosas actividades culturales y políticas que albergó. En otra entrada de este blog relatamos una reunión para defender los intereses de los agricultores y bodegueros en 1895, y aquí recogemos la convocatoria de los juegos florales que se realizaban periódicamente durante la feria de agosto. En los de 1888 se dieron premios a la mejor poesía, a trabajos sobre la historia de Jumilla, el monasterio de Santa Ana, sobre el progreso, a la mejor canción, y al tema de la emancipación de la mujer.


Debemos ser conscientes de la maravilla arquitectónica y urbanística que es el Teatro Vico. A finales de la década de 1980 se realizaron obras de reestructuración y modernización, y fue reinaugurado por la Reina Sofía en 1991. Además, es importante recordar el esfuerzo que fue construir el teatro en ocho meses, hazaña que solo fue posible con la movilización de todo el pueblo. Por tanto, el mérito no es solo de arquitecto, pintor, decorador y los artesanos que participaron, sino también del constructor y de todos los que trabajaron en aquella proeza. Salvador Moreno, arquitecto, poeta, pregonero de la Semana Santa en 2008 y gran amigo, me informa que Bernardo Moreno Ramos, el constructor principal, era el hermano mayor de su abuelo Pascual, quien continuó la estirpe de magníficos albañiles, por lo que la tradición familiar sigue viva en Jumilla.

En la memoria colectiva han quedado trazas de aquel esfuerzo. A veces, en las comidas en grupo, en los campos y en familia se utiliza todavía la chanza: dame pan o vino “para mí y para el maestro Bernardo”, indicando que la cantidad debe ser buena para atender el esfuerzo. Otro buen amigo y gran conocedor de las tradiciones de Jumilla, Emiliano Hernández, director del Museo Municipal Jerónimo Molina y autor del libro Palabra de calle, ha llamado la atención sobre este verso jocoso de Pedro Jiménez López, “Perico el de Úrsula”, publicado en 1901:

El teatro, dijo mi agüelo,
que está recalcao de espartos
porque metieron más cuartos
que estrellicas tiene el cielo.

El Teatro Vico es pequeño y coqueto, pero muy importante para la historia de la ciudad. Ha sido testigo de los más importantes y los más entrañables acontecimientos desde 1883 durante casi siglo y medio, y sigue bien vivo en la actualidad.

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