domingo, 27 de octubre de 2024

EL VINO DE JUMILLA EN LA EXPOSICIÓN DE 1877

 

En Jumilla, la elaboración de vino es una actividad muy antigua que creció mucho a finales del siglo XIX. Nuestra viña de la variedad Monastrell resistió la plaga de filoxera que había afectado a Francia y a los viñedos del norte de España, lo que permitió aumentar la producción y exportar. 

Las bodegas de Jumilla tuvieron una presencia muy destacada en la Exposición Nacional Vinícola que tuvo lugar en Madrid en 1877. La Exposición quiso introducir criterios de calidad en la elaboración de los vinos en España, y demostrar que estábamos al mismo nivel que los vinos franceses y de otros países europeos.

Las imágenes de La Ilustración Española y Americana que reproducimos aquí muestran el ambiente de aquella Exposición. Dentro de los pabellones se apilaron botellas de vino formando ingeniosas estructuras. Asistieron expositores de toda España y se organizó un concurso.


De los 42 expositores de la provincia de Murcia, 21 eran de Jumilla. Esto dice mucho de la importancia de las bodegas ya en aquel momento. La decisión sobre los premios fue muy estricta. El jurado publicó un largo informe técnico, lleno de estadísticas y datos de laboratorio. En su decisión se veía claramente la influencia francesa, y se vieron favorecidos los concursantes de las provincias cercanas a los Pirineos.

Con todo, las bodegas de Jumilla tuvieron un éxito temprano en aquella competición tan exigente de la primera Exposición Vinícola. El Boletín Oficial (Gaceta de Madrid) de 9 de octubre de 1877 publicó los premios. Del mismo modo que Jumilla había sido mayoritaria en el envío de representantes de toda la provincia, igualmente dominó en el palmarés de premios de la Región de Murcia, con 11 recompensas.



EXPOSICIÓN NACIONAL VINÍCOLA, MADRID 1877

Catálogo General, disponible en la Web de la Biblioteca Nacional

https://realacademiadegastronomia.com/libro-biblioteca-dda/exposicin-nacional-vincola-1877-catlogo-general/



jueves, 31 de enero de 2019

La iglesia de Santiago en 1892


Esta vista de Santiago es extraordinaria porque fue tomada en 1892. Debe ser una de las primeras fotografías que tenemos. A veces conocemos fotos históricas de Jumilla perno no sabemos bien la fecha en que fueron tomadas. Las dos que se presentan hoy fueron publicadas en La Ilustración Artística el 10 de octubre de 1892.

En la foto se ve la iglesia de Santiago junto a la de Santa María, y detrás el primer distrito en aquella época. En primer plano aparece el comienzo de la huerta, que se conocía como ribera, porque llegaba el agua de la fuente del Cerco. La iglesia de Santa María aparece con su nave completa. En otras fotos históricas también se ve la nave pero más deteriorada. Francisco Carrasco Azuar ha hecho una gran labor de recopilación de fotos antiguas, que sigue publicando en la página de Facebook Jumilla Antigua. En una fechada el 26 de diciembre de 1926 se aprecia Santa María bajo la nieve y el subidor del Castillo, pero la nave de la iglesia está ya agrietada.

La Ilustración Artística era una publicación semanal de los editores Montaner y Simón que apareció en Barcelona entre 1882 y 1916. Dio muchas imágenes valiosas, como hizo también La Ilustración Española y Americana, publicada en Madrid, como vimos en el artículo sobre la romería de Santa Cecilia de 1880, en este blog. La Ilustración Artística de 10 de octubre de 1892, entre relatos literarios y noticias de todo tipo, presentó estas dos imágenes y este texto sobre la Iglesia de Santiago.


El retablo de Santiago, una obra remarcable del siglo XVI, fue esculpido por los hermanos Ayala. Es un buen ejemplo de escultura renacentista española, cuyos máximos exponentes fueron Berruguete y Juan de Juni. Esta fotografía de 1892 presenta el retablo completo tal como se encontraba en esa fecha. Después, durante la Guerra Civil, sufrió daños, pero en 1992 se hizo una restauración que recuperó muchas piezas originales.

martes, 22 de enero de 2019

Inauguración del Teatro Vico

El Teatro Vico ha sido el corazón cultural de Jumilla desde su inauguración en 1883. La prensa de la época contiene noticias muy interesantes sobre aquel momento. Pero lo más impresionante es la serie de avances que se produjeron en aquellos años, muchas novedades que transformaron la ciudad, y la hicieron una población moderna. La fuente de riqueza para aquella transformación fue la agricultura, sobre todo la producción de vinos y alcoholes, y los montes públicos, que producían ingresos para el Ayuntamiento por la venta de espartos. La sociedad civil local y los políticos del momento empujaron para una transformación de la ciudad según los criterios de la época.

Veamos esta notable sucesión de acontecimientos. En 1877 las bodegas de Jumilla participan en la primera Exposición Nacional Vinícola, y se animan a exportar, como vimos en este blog. En abril de 1882 comienza a funcionar la estación telegráfica. El 13 de mayo de ese año se anuncia la participación de cinco maestros públicos de Jumilla en el Congreso Pedagógico de Madrid, y en las listas de enseñantes aparecen también las primeras mujeres maestras. En septiembre de 1882 se convoca la subasta para la ejecución del teatro. En abril de 1883 se anuncia la apertura de la primera biblioteca popular “que en breve tendrán a su disposición todos los vecinos para poder estudiar y consultar las obras más notables sobre agricultura”. En primavera de 1887 la prensa informa que “las obras del Asilo adelantan que es un gusto”, y que los trabajos para allanar la “explanada de la feria” están muy avanzados. El 15 de mayo de 1891 se estableció la Cámara Agrícola, y en 1893 se creó el Círculo Obrero. La Cámara dio lugar a una Caja de Ahorros, que anunciaba en su primer año haber recibido imposiciones por valor de 4.148 pesetas y haber concedido préstamos por 3.895 pesetas. Como las cantidades impuestas devengaban un 4% y los préstamos se daban al 6%, esto dejaba un margen del 2%. Las cuentas claras, no como son ahora las complejas finanzas internacionales. La Cámara también promovió un Montepío de Trabajadores con un sistema de pensiones para la jubilación a los 60 años, y una Cooperativa de construcción de viviendas que estuvo en el origen del barrio de San Juan.

Entre esta avalancha de adelantos, lo más sorprendente fue la construcción del Teatro Vico. El 10 de septiembre de 1882 el Ayuntamiento anunciaba la pública subasta de la obra por la cantidad de 68.035 pesetas, y el 15 de agosto de 1883, en la feria de aquel año, se inauguraba el teatro con una compañía de zarzuela venida de Alicante, dirigida por el maestro Miguel Soler, con la representación de La tempestad, obra de Chapí y Carrión, con la actuación de la señorita Nadal como soprano y el tenor señor Lacarra, que después harían gira por Murcia, Madrid y Bilbao.


¿Cómo es posible que el Teatro se construyera en solo unos meses? Con los medios que tenían entonces, la única explicación es que todo el pueblo se movilizara y no se escatimaran recursos para esta obra colectiva que se hizo en un tiempo récord. El arquitecto fue Justo Millán, que había hecho el Teatro Romea de Murcia, las pinturas las ejecutó Manuel Sanmiguel, y el contratista constructor fue Bernardo Moreno. El resultado fue una obra remarcable que despertaba admiración desde el exterior y en su interior. Concretamente, la fachada es un acierto de gracia y equilibrio. Afirman que hay una similitud entre los planos del Romea y el Vico, a pesar de la diferencia en su dimensión. Sin embargo, la fachada del Romea es plana e insulsa, mientras que la del Teatro Vico es mucho más elegante y transmite una fuerte personalidad al entorno.

La obra del Teatro durante el invierno de 1882 y la primavera de 1883 debió de ser un constante ir y venir de obreros, transportistas y artesanos. La logística tuvo que ser impresionante, con todo el pueblo movilizado para alimentar y atender a tantos operarios. El coste total se disparó, como es lógico. De las 68.000 pesetas presupuestadas se pagaron al final más de 91.000 al constructor, más de 13.000 a los pintores y decoradores, y 3.400 al arquitecto. El Ayuntamiento financió todo con presteza a partir de los dineros que recaudaba de los montes públicos, y atendiendo la voluntad general de contar con un teatro de tanta categoría. 

Desde entonces, el Teatro Vico fue el centro cultural de Jumilla, como demuestran las numerosas actividades culturales y políticas que albergó. En otra entrada de este blog relatamos una reunión para defender los intereses de los agricultores y bodegueros en 1895, y aquí recogemos la convocatoria de los juegos florales que se realizaban periódicamente durante la feria de agosto. En los de 1888 se dieron premios a la mejor poesía, a trabajos sobre la historia de Jumilla, el monasterio de Santa Ana, sobre el progreso, a la mejor canción, y al tema de la emancipación de la mujer.


Debemos ser conscientes de la maravilla arquitectónica y urbanística que es el Teatro Vico. A finales de la década de 1980 se realizaron obras de reestructuración y modernización, y fue reinaugurado por la Reina Sofía en 1991. Además, es importante recordar el esfuerzo que fue construir el teatro en ocho meses, hazaña que solo fue posible con la movilización de todo el pueblo. Por tanto, el mérito no es solo de arquitecto, pintor, decorador y los artesanos que participaron, sino también del constructor y de todos los que trabajaron en aquella proeza. Salvador Moreno, arquitecto, poeta, pregonero de la Semana Santa en 2008 y gran amigo, me informa que Bernardo Moreno Ramos, el constructor principal, era el hermano mayor de su abuelo Pascual, quien continuó la estirpe de magníficos albañiles, por lo que la tradición familiar sigue viva en Jumilla.

En la memoria colectiva han quedado trazas de aquel esfuerzo. A veces, en las comidas en grupo, en los campos y en familia se utiliza todavía la chanza: dame pan o vino “para mí y para el maestro Bernardo”, indicando que la cantidad debe ser buena para atender el esfuerzo. Otro buen amigo y gran conocedor de las tradiciones de Jumilla, Emiliano Hernández, director del Museo Municipal Jerónimo Molina y autor del libro Palabra de calle, ha llamado la atención sobre este verso jocoso de Pedro Jiménez López, “Perico el de Úrsula”, publicado en 1901:

El teatro, dijo mi agüelo,
que está recalcao de espartos
porque metieron más cuartos
que estrellicas tiene el cielo.

El Teatro Vico es pequeño y coqueto, pero muy importante para la historia de la ciudad. Ha sido testigo de los más importantes y los más entrañables acontecimientos desde 1883 durante casi siglo y medio, y sigue bien vivo en la actualidad.

viernes, 11 de enero de 2019

Un dibujo de Trigueros: Santa María de Gracia


La publicación de la entrada anterior sobre Ramiro Trigueros ha hecho que algunos buenos amigos se hayan puesto en contacto para sacar a la luz otras obras del artista jumillano. Esto permite ampliar la lista de sus trabajos conocidos, y esperamos que en el futuro su vida y su obra sean objeto de estudios más amplios.

En el blog mencionamos las obras de juventud de Trigueros en el Museo de Bellas Artes de Murcia. Además, hicimos una lista de otras que se mencionan en la prensa de Murcia entre 1880 y 1898. Ahora, el cronista oficial de la ciudad de Jumilla, Antonio Verdú, nos envía esta imagen de Trigueros que representa una escena tremendamente interesante. Se trata de un dibujo usado para la portada de un libreto sobre jumillanos ilustres del siglo XIX, escrito por D. Roque Martínez.

El dibujo está firmado abajo en la parte central donde puede leerse “Trigueros Jumilla”. Representa la llegada de la procesión de la Virgen de Gracia a la iglesia de Santiago. Según Antonio Verdú, a quien agradecemos los comentarios, la procesión se celebraba cada año en septiembre, para continuar la tradición de la primera patrona de Jumilla, titular de la iglesia que se construyó por orden de Alfonso X junto a la torre del castillo.

La imagen de Trigueros es extraordinaria. En un primer plano, la Virgen de Gracia avanza sobre unas ligeras andas, seguida del clero con casullas y de franciscanos. A ambos lados se sitúan caballeros y damas y, detrás, junto al muro de la iglesia, se observa a la gente viendo pasar la procesión. Las andas van guardadas por dos alguaciles con capas negras, y un pendón vuela con cintas al viento. En un segundo plano, sobre las escaleras, se ve a mujeres jóvenes que esperan, algunas arrodilladas, el paso de la Virgen. Más arriba, frente a la puerta de la iglesia, se desencadena una nube de disparos de arcabuces en torno a un estandarte.


La escena está descrita con tanto detalle, y el orden de todo lo que ocurre es tan visible, que evidentemente se trata de una tradición con reglas bien establecidas. Hay un aspecto que llama mucho la atención. Aunque Trigueros hizo este dibujo en los años 1880 o 1890, inspirándose en las procesiones que vería cada año, la indumentaria es más propia de comienzos del siglo XIX que de finales. Las levitas y casacas de los hombres, las pelucas con coletas y lazos, y los pantalones a media pierna con medias no se llevaban cuando hizo el dibujo. Curiosamente, la vestimenta es del mismo estilo que aparece en las imágenes del comienzo de la novela de Martínez Iñiguez. Esta novela, publicada en 1863, sitúa la historia a principios del XIX. En sus primeras láminas, los hombres llevan pantalones con medias hasta la rodilla, mientras que en las últimas ya portan pantalones largos. 


Por otro lado, en el dibujo de Trigueros, las damas aparecen destocadas, el pelo recogido, y llevando elegantes vestidos rectos de talle alto, que debían ser blancos o de color claro, porque el artista usó el negro en otros personajes (por ejemplo, los frailes o los alguaciles que acompañan las andas). ¿Serían las jóvenes solteras, ataviadas a la griega, quienes recibían a la Virgen a la entrada de la iglesia? Es posible que la procesión de la Virgen de Gracia estuviera rodeada de una simbología que podemos intuir a partir de esta imagen. Con solo el dibujo de Ramiro Trigueros, puede reconstruirse toda una historia.

martes, 8 de enero de 2019

El escultor jumillano Ramiro Trigueros

A veces ocurren hallazgos sorprendentes. En la investigación histórica sobre el escritor Martínez Iñiguez, habíamos encontrado a tres liberales del siglo XIX envueltos en un proceso por injurias en 1887. Uno de esos políticos fue amigo personal del escritor, como vimos en esta entrada del blog. Otro de esos liberales fue Pedro Azuar, más joven, que llegó a ser representante de Jumilla en la Diputación Provincial y después Alcalde.

La investigación en la prensa de finales del XIX sobre estos nombres dio lugar a una sorpresa. En 1886, un joven escultor llamado Ramiro Trigueros estaba realizando un busto del hijo de Pedro Azuar en su casa de la Corredera. Siguiendo la pista de ese escultor, hemos descubierto a un artista notable, del que se ha perdido la memoria y que convendría recuperar.

La biografía de Ramiro Trigueros Jiménez puede trazarse solamente a partir de algunos datos. Nacido en Jumilla en 1863, comenzó a despuntar como joven escultor y pintor, por lo que la Diputación de Murcia decidió concederle una beca para estudiar escultura en Roma, y allí pasó algunos años alternando con viajes a su tierra, donde fueron muy apreciados sus primeros trabajos. Desde Roma, Trigueros envió obras de formación que se conservan en el Museo de Bellas Artes de Murcia (MUBAM). Tras la petición formal al Museo, su Director Manuel Lechuga Galindo, y la conservadora Elisa Franco Céspedes, han permitido amablemente la reproducción de fotografías de cinco de las obras de Trigueros.



Desde Roma, Ramiro Trigueros envió: (1) un altorrelieve fechado en 1889 con un homenaje a Murcia, donde aparece el escudo de la ciudad y un medallón con la efigie del cardenal Belluga, (2) paje caminando de porte renacentista italiano, (3) dibujo a lápiz de niño sentado, fechado en Roma en 1890, (4) niña campesina sujetando un gran pavo con una cesta a los pies, y (5) cabeza de pensador o místico sobre libros. Las cuatro esculturas están realizadas en yeso, lo que hace la conservación difícil, por lo que el MUBAM no las expone de manera continua, y se encuentran guardadas en sus depósitos.


Además de estas cuatro obras reproducidas aquí, en la prensa constan otros trabajos que Trigueros realizó en los primeros años de su carrera. El busto del niño Azuar (1886), un retrato del Barón del Solar al óleo que estaba pintando también en Jumilla en 1892, y dos bocetos que envió a Murcia de esculturas de Francisco Salzillo y del cardenal Belluga para situar en lugares públicos, que nunca llegaron a realizarse. El 23 de febrero de 1895 el Diario de Murcia informa que “los cofrades del Patriarca San José en Jumilla le han encargado una nueva escultura del mencionado santo”.


La vida artística del escultor jumillano Ramiro Trigueros era muy prometedora a finales del siglo XIX, porque recibía muchos encargos desde Murcia tras su estancia en Roma. Pero su trayectoria cambió radicalmente. En Roma había conocido y había trabado amistad con el pintor cubano Leopoldo Romanach, por lo que decidió trasladarse a La Habana y establecerse allí. Desde comienzos del siglo XX Trigueros fue profesor de escultura en la Academia de Bellas Artes de Cuba, y sus trabajos se dedicaron sobre todo a representar a los líderes que habían conseguido la independencia de España en la Guerra de 1898. Desde luego, esta decisión de Trigueros no sería bien vista ni en Jumilla ni en Murcia, y esto pudo ser una causa de su olvido desde entonces. Hay que señalar que en Jumilla se apoyó aquella guerra, en la que participaron muchos jóvenes, algunos de los cuales murieron o volvieron heridos, y con dinero. El Diario de Murcia daba cuenta en febrero de 1898 de una Junta benéfico-patriota creada en Jumilla para atender a los soldados que volvían de Cuba, y en abril de 1898 el mismo periódico relata una gala benéfica en el Teatro Vico (con música y zarzuela) para colectar fondos. Ante esa movilización, la decisión de Trigueros de unirse a la nueva Cuba independiente sería criticada.

En una fecha que no podemos precisar, Ramiro Trigueros volvió a Murcia con edad avanzada para morir allí. Fue en ese tiempo cuando realizó una magnífica talla para la recién creada Cofradía de la Oración del Huerto de Jumilla. En los Libros de la Semana Santa de 1928 y 1929, que la Junta Central de Hermandades ha reeditado en los últimos años, se recoge esta foto de la imagen, que comenzó a procesionar en Jumilla esos mismos años. La escultura está inspirada claramente en la Oración del Huerto de Salzillo, aunque el Cristo de Trigueros es una talla de madera y la de Salzillo es de vestir, con rostro y manos de gran expresividad, y el ángel de Trigueros tiene la ropa más subida en la cintura. Aquella primera imagen de la Oración del Huerto de Jumilla fue destruida durante la Guerra Civil. Con estos datos, en definitiva, ofrecemos información para recuperar la obra y la vida azarosa de este artista jumillano.



COPYRIGHT de las fotografías. Las cinco imágenes de las obras de Ramiro Trigueros son © 2019 del MUBAM de Murcia, reproducidas aquí por cortesía del Museo, agradeciendo su amable atención. La imagen de la Oración del Huerto está tomada del Libro de la Semana Santa de Jumilla de 1929.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

La Exposición Nacional Vinícola de 1877

La resistencia de la cepa monastrell a la plaga de filoxera hizo crecer mucho la elaboración de vino en Jumilla en la década de 1880, como hemos comentado en entradas anteriores. Pero la nueva época comenzó antes con la Exposición Nacional Vinícola que tuvo lugar en Madrid en 1877. Tras aprobar la Constitución de 1876 bajo la influencia de Cánovas del Castillo, todo el país se puso en marcha para demostrar que estábamos a la altura de los europeos. El Gobierno de entonces convocó esta Exposición con la idea expresa de introducir criterios de calidad en la elaboración de los vinos.

La Exposición fue inaugurada con gran pompa y circunstancia como muestran las imágenes de La Ilustración Española y Americana reproducidas aquí. Dentro de los pabellones se apilaron botellas de vino formando ingeniosas estructuras. Expositores de toda España enviaron sus productos, y se organizó un concurso para certificar la calidad de los vinos en diversas clases.


Hoy traemos esta noticia histórica para subrayar la potencia de Jumilla en este mundo del vino desde el mismo comienzo. Como se aprecia en el mapa, la provincia de Murcia no envió muchos expositores, en comparación con otras. Las más activas fueron las provincias al sur de los Pirineos, debido a una clara influencia francesa. 


Sin embargo, hay que destacar que de los 42 expositores que enviaba la provincia de Murcia, 21 eran de Jumilla. En aquel tiempo tan lejano, la mitad de los productores murcianos que estaban dispuestos a acudir a una feria nacional eran de Jumilla, y esto dice mucho de la importancia que tenía esa industria ya en aquel momento. A continuación reproducimos la lista de los participantes murcianos, según los documentos de la Exposición. En ella hemos subrayado los productores de Jumilla, que componen la lista de valientes pioneros que se atrevieron a competir con los campeones nacionales. Debemos estar orgullosos de esos comienzos y continuar con fuerza la tradición.






La decisión sobre los premios fue muy estricta. El jurado quería demostrar que era competente, como demuestra el largo informe técnico que publicó después, lleno de estadísticas y datos de laboratorio. En su decisión se veía claramente la formación francesa de los componentes del jurado, y fueron favorecidos los concursantes de las provincias cercanas a los Pirineos (que habían enviado más representantes).

En esos mismos años, la filoxera seguía avanzando hacia el sur, e iba a esquilmar las viñas en climas más húmedos, como esas provincias. En la década siguiente, Jumilla se beneficiaría de su resistencia a la plaga. Pero, en todo caso, nuestros bodegueros no salieron mal parados en aquella competición tan exigente de la primera Exposición Vinícola nacional. El Boletín Oficial (Gaceta de Madrid) de 9 de octubre de 1877 publicó los premios de la provincia de Murcia. Del mismo modo que Jumilla había sido mayoritaria en el envío de representantes de toda la provincia, igualmente dominó en el palmarés de premios, con 11 recompensas.


viernes, 14 de diciembre de 2018

Los amigos políticos en Jumilla de Martínez Iñiguez

Los grandes temas sobre Jumilla que ocupan la prensa de las últimas décadas del siglo XIX son: la naciente industria del vino, los montes públicos, la explotación del esparto, y también, por supuesto, la política. En nuestra exploración sobre José María Martínez Iñiguez (tras la publicación de su novela de 1863) hemos encontrado algunos datos interesantes. Iñiguez debía ser una persona de gran energía que contribuyó a realzar nuestra Semana Santa, con el Prendimiento, la entrada de Jesús el Domingo de Ramos, y escribió el bello poema sobre las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. Pero era también activista político en Jumilla y en Madrid, claramente alineado entre los más progresistas de la época y republicano.

En la proclamación de la Primera República (1873) y en la declaración del Cantón de Jumilla, Iñiguez y sus compinches tuvieron seguramente algo que ver. Pero no lo podemos afirmar con rotundidad porque se ha perdido la memoria de aquel momento. Poco después se inició la Restauración con la Constitución de 1876 en la que Cánovas del Castillo tuvo un papel protagonista. Cánovas era yerno del Barón del Solar de Jumilla, y el Barón era parlamentario por Murcia en Madrid y jefe indiscutible de las fuerzas conservadoras en Jumilla. Frente a la molesta oposición de los progresistas en Jumilla, el Barón se ocuparía de rechazar todas sus propuestas y también de borrar su memoria.

Cualquier elección al parlamento de Madrid era un momento de tensión en el que los conservadores querían ganar por todos los medios a los progresistas. Un episodio muy interesante fue la diatriba por el recuento de votos tras unas elecciones en 1886. El notario de Jumilla Manuel Redondo levantó acta del resultado, pero los progresistas le acusaron de pucherazo. Seguramente, Redondo sería partidario del Barón y de Cánovas, y compartía el caciquismo de la época. Tres progresistas, Ermelando Albert, Emiciano Palazón y Pedro Azuar, fueron a protestar al notario, y luego publicaron un artículo jocoso e insultante en El Pandero, el periódico local de Jumilla, donde decían que no podían fiarse del notario. El señor Redondo se enfadó con ellos y les acusó por injurias ante los tribunales. Traemos a este blog los artículos en El Diario de Murcia de 30 de marzo (fotos A y B) y de 31 de marzo de 1887 (foto C) que cuentan ese juicio por injurias en la Audiencia de Murcia.




Como dice El Diario de Murcia, es bastante raro que entiendan los tribunales de justicia de estas cuestiones de injurias. Por lo general, "tal clase de asuntos se transigen o cristianamente, reconciliándose ofendido y ofensor, o bárbaramente, de cualquier manera de las conocidas, con padrinos o a garrotazos". Pero el caso es que el ofendido notario no podía permitir que dijeran en El Pandero que él no era honesto, y los señores Albert, Palazón y Azuar tuvieron que defenderse y mantener que las elecciones no habían sido limpias y que el notario había mentido. 

Uno de estos políticos progresistas, Ermelando (o Hermelando) Albert Albert, había sido perseguido por la justicia unos años antes, en 1876, debido a supuestas estafas en el Ayuntamiento de Pinoso. Probablemente, Albert fuera alcalde de Pinoso durante la Primera República, y en 1876, cuando comenzaba la Restauración, el juzgado de primera instancia de Monóvar lo buscó para pedirle cuentas por su gestión en Pinoso. Pero la sorpresa en mi investigación fue que, para juzgar al amigo Hermelando, citaron a José María Martínez Iñiguez a declarar (Gaceta de Madrid, 27 diciembre 1876). Es evidente que Iñiguez era colega de Albert. Cuando el juzgado lo cita es porque pensaban que estaba al tanto de las andanzas de éste, de lo que se deduce que Iñiguez era de la misma cuerda política en Jumilla que Albert, Palazón y Azuar, los progresistas demandados por el notario en 1887. Probablemente Iñiguez, que sería mayor que ellos, ya no estaba en vida en este momento. La última noticia que tenemos de él es de 1877 cuando se encontraba en Hellín.



Para completar este descubrimiento, es importante comprender que el periódico El Pandero, donde tenían influencia esos progresistas, llevó a cabo una importante labor denunciando los abusos políticos. Eran los primeros pasos de la democracia en nuestro país, y la situación era muy diferente a la actual, pero aquel periódico fue un adelantado de la labor crítica de la prensa. Sirvan de ejemplo estas dos denuncias sobre la explotación de los espartos y sobre el desarrollo urbanístico de Jumilla reproducidas en El Diario de Murcia de 24 de marzo y 5 de mayo de 1886.




Por último, hay que destacar que el famoso Ermelando Albert siguió su activismo político de protesta hasta mucho después, como demuestra otra citación judicial, esta vez del juzgado de primera instancia de Yecla de 1897, por injurias al Gobernador civil.