El Teatro Vico
ha sido el corazón cultural de Jumilla desde su inauguración en 1883. La prensa
de la época contiene noticias muy interesantes sobre aquel momento. Pero lo más
impresionante es la serie de avances que se produjeron en aquellos años, muchas
novedades que transformaron la ciudad, y la hicieron una población moderna. La fuente
de riqueza para aquella transformación fue la agricultura, sobre todo la
producción de vinos y alcoholes, y los montes públicos, que producían ingresos
para el Ayuntamiento por la venta de espartos. La sociedad civil local y los políticos del momento
empujaron para una transformación de la ciudad según los criterios de la época.
Veamos esta notable
sucesión de acontecimientos. En 1877 las bodegas de Jumilla participan en la
primera Exposición Nacional Vinícola, y se animan a exportar, como vimos en este blog. En abril de 1882
comienza a funcionar la estación telegráfica. El 13 de mayo de ese año se
anuncia la participación de cinco maestros públicos de Jumilla en el Congreso
Pedagógico de Madrid, y en las listas de enseñantes aparecen también las
primeras mujeres maestras. En septiembre de 1882 se convoca la subasta para la
ejecución del teatro. En abril de 1883 se anuncia la apertura de la primera
biblioteca popular “que en breve tendrán a su disposición todos los vecinos
para poder estudiar y consultar las obras más notables sobre agricultura”. En
primavera de 1887 la prensa informa que “las obras del Asilo adelantan que es un
gusto”, y que los trabajos para allanar la “explanada de la feria” están muy
avanzados. El 15 de mayo de 1891 se estableció la Cámara Agrícola, y en 1893 se
creó el Círculo Obrero. La Cámara dio lugar a una Caja de Ahorros, que
anunciaba en su primer año haber recibido imposiciones por valor de 4.148
pesetas y haber concedido préstamos por 3.895 pesetas. Como las
cantidades impuestas devengaban un 4% y los préstamos se daban al 6%, esto dejaba
un margen del 2%. Las cuentas claras, no como son ahora las complejas finanzas
internacionales. La Cámara también promovió un Montepío de Trabajadores con un
sistema de pensiones para la jubilación a los 60 años, y una Cooperativa de
construcción de viviendas que estuvo en el origen del barrio de San Juan.
Entre esta
avalancha de adelantos, lo más sorprendente fue la construcción del Teatro
Vico. El 10 de septiembre de 1882 el Ayuntamiento anunciaba la pública subasta de la obra
por la cantidad de 68.035 pesetas, y el 15 de agosto de 1883, en la feria de
aquel año, se inauguraba el teatro con una compañía de zarzuela venida de
Alicante, dirigida por el maestro Miguel Soler, con la representación de La tempestad,
obra de Chapí y Carrión, con la actuación de la señorita Nadal como soprano y
el tenor señor Lacarra, que después harían gira por Murcia, Madrid y Bilbao.
¿Cómo es posible
que el Teatro se construyera en solo unos meses? Con los medios que tenían
entonces, la única explicación es que todo el pueblo se movilizara y no se
escatimaran recursos para esta obra colectiva que se hizo en un tiempo récord.
El arquitecto fue Justo Millán, que había hecho el Teatro Romea de Murcia, las
pinturas las ejecutó Manuel Sanmiguel, y el contratista constructor fue Bernardo Moreno. El resultado fue una obra remarcable que despertaba
admiración desde el exterior y en su interior. Concretamente, la fachada es un
acierto de gracia y equilibrio. Afirman que hay una similitud entre los planos del Romea y
el Vico, a pesar de la diferencia en su dimensión. Sin embargo, la fachada del
Romea es plana e insulsa, mientras que la del Teatro Vico es mucho más elegante
y transmite una fuerte personalidad al entorno.
La obra del
Teatro durante el invierno de 1882 y la primavera de 1883 debió de ser un
constante ir y venir de obreros, transportistas y artesanos. La logística tuvo
que ser impresionante, con todo el pueblo movilizado para alimentar y atender a
tantos operarios. El coste total se disparó, como es lógico. De las 68.000
pesetas presupuestadas se pagaron al final más de 91.000 al constructor, más de
13.000 a los pintores y decoradores, y 3.400 al arquitecto. El Ayuntamiento financió
todo con presteza a partir de los dineros que recaudaba de los montes públicos,
y atendiendo la voluntad general de contar con un teatro de tanta categoría.
Desde entonces, el Teatro Vico fue el centro cultural de Jumilla, como demuestran
las numerosas actividades culturales y políticas que albergó. En otra entrada
de este blog relatamos una reunión para defender los intereses de los
agricultores y bodegueros en 1895, y aquí recogemos la convocatoria de los
juegos florales que se realizaban periódicamente durante la feria de agosto. En los de 1888 se dieron premios a la mejor poesía, a trabajos sobre la historia de Jumilla, el monasterio de Santa Ana, sobre el progreso, a la mejor canción, y al tema de la emancipación de la mujer.
Debemos ser
conscientes de la maravilla arquitectónica y urbanística que es el Teatro Vico.
A finales de la década de 1980 se realizaron obras de reestructuración y modernización,
y fue reinaugurado por la Reina Sofía en 1991. Además, es importante recordar
el esfuerzo que fue construir el teatro en ocho meses, hazaña que solo
fue posible con la movilización de todo el pueblo. Por tanto, el mérito no es
solo de arquitecto, pintor, decorador y los artesanos que participaron, sino también del constructor y de todos los que trabajaron en aquella proeza. Salvador
Moreno, arquitecto, poeta, pregonero de la Semana Santa en 2008 y gran amigo,
me informa que Bernardo Moreno Ramos, el constructor principal, era el hermano mayor
de su abuelo Pascual, quien continuó la estirpe de magníficos albañiles, por lo que la tradición familiar sigue viva en Jumilla.
En la memoria colectiva
han quedado trazas de aquel esfuerzo. A veces, en las comidas en grupo, en los
campos y en familia se utiliza todavía la chanza: dame pan o vino “para mí y
para el maestro Bernardo”, indicando que la cantidad debe ser buena para
atender el esfuerzo. Otro buen amigo y gran conocedor de las tradiciones de
Jumilla, Emiliano Hernández, director del Museo Municipal Jerónimo Molina y autor del libro
Palabra de calle, ha llamado la atención sobre este verso jocoso de Pedro
Jiménez López, “Perico el de Úrsula”, publicado en 1901:
El teatro, dijo mi agüelo,
que está recalcao de espartos
porque metieron más cuartos
que estrellicas tiene el cielo.
El Teatro Vico es pequeño y coqueto, pero muy importante para la historia de la ciudad. Ha sido testigo de los más importantes y los más entrañables acontecimientos desde 1883 durante casi siglo y medio, y sigue bien vivo en la actualidad.